Buenos días a todos, después de este fin de semana tan movido. Yo, además de muy contenta, he vuelto con un catarro tremendo y una afonía que me hace sufrir, pero que puede que a los que me rodean, no tanto.
Salimos con puntualidad y, por primera vez, llegamos a la hora a la que habíamos quedado. Los de Épila  nos estaban esperando con un desayuno estupendo y posteriormente, en el Aula Magna de su Edificio Multiusos, nos dieron una recepción institucional, con palabras del Presidente de la Asociación de la Banda de, el Concejal de Cultura y el Alcalde de la localidad (creo que uno de los mas antiguos de España, ya que lleva como tal, desde las elecciones de 1.979) que hizo un recorrido por la historia política, social y económica del pueblo. Terminaron con una proyección sobre la trayectoria de esta Banda y un pequeño obsequio para cada uno de nosotros.
A continuación hicimos un pasacalles por el pueblo, con bastante calor. Tras tomar una refresco (alcohólico o no, dependiendo de la edad del sujeto bebiente), nos fuimos, las dos Bandas, a comer. Al terminar, el autobús nos llevó a La Almunia de Doña Godina (me encanta este nombre), para dejar el equipaje y descansar un poco (¡pero poco, poco!, ya que sólo tuvimos tres cuartos de hora) y vuelta a Épila para ensayar y cambiarnos de ropa.
A las 19:30 empezó el concierto con la intervención inicial de la Banda anfitriona, aunque en el programa está puesto al revés. Tocaron cuatro obras, complejas y muy bien interpretadas, como ya nos imaginábamos, dada la gran calidad de esta Banda, que ya dejaron palpable en su visita a Barbastro, y la categoría de su director.
A continuación intervinimos nosotros, con las seis obras que ya conocéis. Creo que quedó muy bien y Paco estaba contento (que es el mejor termómetro. Si está serio al terminar...malo. Si está bromista y alegre...es que la cosa no ha ido mal). Al finalizar, las dos Bandas juntas interpretamos el pasodoble taurino La Entrada, dirigida por los dos directores: primero Mateo y después Paco  Él tuvo que marcharse, pero los demás nos fuimos a disfrutar de la cena/picoteo que nos prepararon nuestros amigos y que resultó excelente y muy abundante. Cuando ya se había empezado a ir la gente, todavía seguían sacando cosas.

Continúo, que me he tenido que ir y no he podido terminar:

Después, y hasta las 12 que nos tenían preparada una Disco-móvil, mientras unos veían el futbol (con gran pasión, como demostraban con sus aspavientos y vocerío), los mas pequeños saltaron como locos en una castillo hinchable, (luego también lo hicieron los no tan niños). Alguno/a salió ligeramente contusionado/a.
En la disco nos lo pasamos fenomenal. Yo bailé todo lo bailable, excepto ciertas cosas para las que mi sensibilidad musical quizá se haya quedado anticuada. Pero no fui la única, ya que, por parejas, en grupo o en solitario, todos bailamos un montón. Previamente nos habían repartido tres tickets a cada uno para las consumiciones, que nuestros amigos de la Banda de Épila habían pensado en todo para que estuviéramos a gusto.
A la 1:30 nos tuvimos que retirar porque el autobús tenía que estar parado las horas reglamentarias. Cuando llegamos al Hotel, algunos marchosos volvieron a salir y los demás no retiramos a descansar.
Creo que, por lo que hemos hablado, todos estáis de acuerdo en que el hotel era estupendo, cómodo y el personal muy, muy amable. Se adaptaron a nuestros horarios sin ponernos ninguna pega y sin una mala cara. Aunque creo que de nosotros tampoco han podido tener ninguna queja porque, incluso los mas movidos, la conducta de nuestros músicos y acompañantes, fue irreprochable. Por la mañana dejé bien claro, aunque ya lo sabían por otros clientes, que los que habían metido bulla en los pasillo por la noche no eran de los nuestros sino de los invitados a la boda que se celebraba allí. Los de Épila me dijeron que por eso nos habían enviado a La Almunia, a pesar del trastorno de estar a 16 kilómetros. Porque sabían que íbamos a quedar contentos, algo que no podían asegurar del hotel del pueblo, que en alguna ocasión les ha dado problemas.
El desayuno fue muy abundante y a las 11:00 salíamos para Épila, en donde nos esperaban Primi, Vanessa y otros miembros de su Banda, acompañados por el Concejal de Cultural, que nos hizo de cicerone por la Villa, visitando los monumentos civiles y religiosos mas importantes. Muchos de esos edificios están en periodo de rehabilitación, pero cuando se terminen de restaurar, su patrimonio cultural será impresionante. Al final, hubo un pequeño desencuentro, ya que, en la visita a la Iglesia (preciosa, por cierto), tuvimos que esperar para entrar porque estaban con las Confirmaciones, por lo que nos retrasamos mucho y algunos pensaban que debíamos irnos y otros quedarnos, pero sería totalmente ilusorio pensar que entre un colectivo de mas de 50 personas, no va a haber ninguna discrepancia. Pero como buenos amigos que somos, nos quedamos en el término medio: visitamos la Iglesia y escuchamos las explicaciones del párroco, pero ya no nos quedamos a la visita a la sacristía y otras dependencias.
Después de comer en un restaurante que distaba ocho kilómetros y dónde la comida, además de abundantísima, era inmejorable (parece ser que, como en la mayoría de los sitios, excepto los macarrones que comieron los mas jóvenes y que, también como casi siempre, estaban demasiados pasados. ¡Es que cómo los macarrones que prepara mamá (la de cada uno) no hay nada!.
Tras las efusivas despedidas y agradecerles, de todo corazón, el inmejorable trato y el cariño que nos han demostrado durante estos dos días, nos volvimos a nuestro pueblo. A los cinco minutos, las tres cuartas partes del autobús dormían como lirones. ( Tengo fotos y puedo chantajear con ellas, previo permiso de su autora, que no fui yo).
A las 18:00 estábamos en casa y hoy nos queda el buen recuerdo del fin de semana y esa afonía y dolor de garganta que, como os quiero, no compartiré con vosotros.