Las 'masías' de los músicos sinfónicos
Por: EL PAÍS 06noviembre2012
Por
MIGUEL PÉREZ MARTÍN
Acostumbramos a llamarlas “las hermanas pequeñas” de las orquestas
profesionales, las grandes sinfónicas que llevan el nombre de las ciudades o
comunidades autónomas en las que tienen su sede. Pero las orquestas jóvenes
tienen una importancia crucial: en ellas se forma la cantera de instrumentistas
españoles que mañana compartirán atril con los veteranos que hoy integran las
orquestas sinfónicas
. En
época de recortes, de malos tiempos para la cultura y para la música –la semana
pasada salió el dato de que ha caído un 40% el número de alumnos de las escuelas de música
tras la subida de las tasas-, aparecen nuevas orquestas jóvenes como las recién
fundadas en Córdoba, Zamora, Lleida (Joven Orquesta de Poniente), Zaragoza, la
del Bicentenario de Cádiz o la de Juventudes Musicales de Ávila.
Pero, ¿Para qué sirven las orquestas jóvenes? ¿No es suficiente con la
asignatura de orquesta que tienen los músicos en los conservatorios? “Incluso
para aquellos músicos que no vean la orquesta como su salida profesional, el
simple hecho de sentarse junto a otras personas, crear jerarquias, organizarse
e intentar que una obra suene lo mejor posible, es un hábito necesario,
fundamental y extrapolable a cualquier forma de expresión musical”, explica
Rosa Díaz Cotán, arpista de Olivares (Sevilla) que estuvo en la Orquesta Joven
de Andalucía, dependiente de la Junta de Andalucía, y que hoy es academista en
la
Staatskapelle de Berlín. Díaz, a sus 26 años, toca con la
orquesta que encabeza Daniel Barenboim, participa en las óperas desde el foso
junto a los arpistas titulares y ha tenido la oportunidad de trabajar con los
mejores directores y los mejores solistas.
Algunos pasaron hace más tiempo por estas orquestas, como el caso de
Júlia Gállego. La flautista hace 20 años que comenzó su
andadura orquestal en la
Joven
Orquesta Nacional de España (Jonde), y de aquella experiencia aprendió la
base que le ha llevado hasta la
Mahler
Chamber Orchestra, donde la valenciana es flautista solista.
“Profesionalmente, la Jonde fue el inicio de este viaje que emprendí hace años
en el mundo de la música, las primeras puertas abiertas, los primeros contactos
con profesores increíbles, las primeras experiencias serias de música de
cámara, los primeros conciertos en salas importantes con directores
conocidos... Personalmente, amistades para toda una vida, viajes inolvidables,
encuentros para escribir libros”, explica la flautista, que dice que no ve en
la orquesta diferencias entre los músicos de España y los de otros países, una
especie de maldición que ha perseguido siempre a los instrumentistas españoles,
especialmente a la cuerda. Y sabe de lo que habla: porque sigue muy de cerca a
sus alumnos de flauta en la Escuela Superior de Música de Cataluña y del
Conservatorio Superior de Música del Liceu de Barcelona.
Una de las características principales de estas orquestas es el entusiasmo
que se respira entre los atriles, como se pudo ver, por ejemplo, en la
representación del
Candide de Bernstein
en los Teatros del Canal el año pasado. Chavales aún
estudiantes que dejan de lado por vocación parte del tiempo libre del que
podrían disponer si no fueran músicos. Ser músico es una opción de vida: muchas
horas de estudio, clases en el conservatorio, encuentros con grupos de cámara u
orquestas para ensayos conjuntos… Y los encuentros de las orquestas jóvenes,
que suelen ocupar los períodos vacacionales como Semana Santa o Navidad. “Las
orquestas jóvenes son necesarias y están repletas de jóvenes que luchan por
acceder a ellas y conseguir formarse para un futuro profesional”, dice Gállego.
La arpista la apoya:
“Bandas
de música, orquestas jóvenes, escolanias, coros jóvenes, campamentos
musicales... cualquiera de estas actividades que se realicen en conjunto y que,
por consiguiente, vinculen la experiencia personal y social con la músical, es
tremendamente positiva para el porvenir de la cultura. Este tipo de iniciativas
sirven de estímulo para todos para convertirse en futuros oyentes y
consumidores de música, algo que es absolutamente primordial y necesario”.
Algunos alumnos de estas orquestas jóvenes ya vuelan muy alto, y han
regresado a ellas, pero desde el otro lado: como profesores o directores de las
mismas. Es el caso del clarinetista
Vicent
Alberola, que pasó hace décadas por la Joven Orquesta del Mediterráneo.
Ahora reparte su tiempo entre sus tareas como director y su papel de
clarinetista en la Orquesta Sinfónica de Madrid y la Orquesta Dissonances de
París. Y a lo largo de su carrera ha ayudado a formar a jóvenes en distintas
orquestas jóvenes: Soria, Orquesta-Escuela de la Sinfónica de Madrid, Jonde,
Joven Orquesta de Cataluña, y jóvenes orquestas de Galicia, Asturias y
Valencia.
Rara es la ciudad media que no tiene una orquesta joven, como es también el
caso de Vitoria. Por su orquesta joven pasó
Martín Baeza, uno de los grandes trompetistas que ha dado
nuestro país, en la actualidad en la orquesta de la Deutsche Oper de Berlín.
Otro trompetista de éxito también pasó por una joven orquesta, la de la
Comunidad de Madrid.
Manuel Blanco empezó allí a experimentar lo que era tocar
con orquesta, y ahora está entre los atriles de la Orquesta Nacional de España.
En tiempos de recortes, los músicos que han pasado por estos conjuntos no lo
dudan. Los recortes en las orquestas sinfónicas, ejemplificados en la
reducción de presupuesto en conjuntos como la Real Orquesta
Sinfónica de Sevilla o los momentos de tensión ante la posible desaparición de
la Orquesta de Extremadura son casos que miran con recelo los gerentes de las
jóvenes orquestas. Ante la pregunta de si
debe ser intocable la cultura a la hora de hacer recortes,
la flautista de la Mahler Chamber Orchestra no lo duda: “Rotundamente sí”.
Este es el segundo artículo, como os contaba ayer, que me ha pasado Manolo Périz, sobre la importancia de las agrupaciones musicales para los jóvenes y que, por desgracia, no sólo no se potencian sino que se están poniendo cada vez mas dificultades para la educación musical.
En cuanto al ensayo de ayer, tuvimos entre nosotros a una antígua, que no mayor, miembro de la Banda: Elsa Naya, clarinetista que vuelve con nosotros después de sus años de estudios. También fue el primer día para Vicente Badías, saxofón y hermano de Jorge.
Y también en relación con el ensayo de ayer, tuvimos una asistencia masiva, lo que me alegra muchísimo.
¡Ya tenemos nuestro propio saxofón barítono! Así Guillermo no tendrá que venir siempre tan cargado con el suyo y cuando él no pueda estar, tocarlo otro saxofonista.