
Espero que todos hayáis tenido la visita de los Reyes Magos y que os hayan traído regalos y no carbón, que ayer, si alguna vez fuimos malos a lo largo del año, lo redimimos con creces.¡Qué peñazo de Cabalgata! Mas de dos horas, en las que dimos varias vueltas a los siete villancicos que llevábamos y en las que pasamos mas tiempo parados, y pasando un frío de narices, que en marcha. Como todos los años, sigo diciendo que lo que pasa aquí no ocurre absolutamente en ninguna población que tenga un tamaño medio (eso estaría bien en pueblecitos con pocos niños). Lo que se hace en todos los lados es que la Cabalgata vaya de un tirón hasta un sitio determinado, en el que los Reyes reciben a todos los niños que quieran; pero ir subiéndolos a las carrozas (todos los niños a todas) a lo largo del recorrido lo hace interminable, y cada año mas. Ayer me contaron que se ha intentado modificar y se han encontrado con la total oposición de los organizadores y del público en general. Deseo que no haya que lamentar alguna desgracia, ya que, a mi parecer, el subir a los niños de esa forma y con esas aglomeraciones, es muy peligroso.
Nosotros sí tuvimos un disgusto: uno de nuestros chicos se mareó y tuvo que abandonar. Esperamos que todo se quede en un susto y que la causa fuera que no había merendado y ¡claro! ¡como parece el espíritu de la golosina, de lo delgado que está y lo que ha crecido en este año!, no hay cuerpo que aguante tanto soplido por su instrumento.
La imagen que ilustra esta entrada, son los Reyes Magos de un vidriera de la Catedral de Chartreusse.
Esta semana nos tomamos fiesta, que llevamos unos días muy intensos y nos hemos ganado un descanso, así que nos vemos en el ensayo el miércoles, 14 de enero (justito para tirar de las orejas a Ana, que cumple años ese día)
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