Mariano García plays Concertino da Camera. J,Ibert

Hoy os traigo un vídeo de Mariano García, el profesor de saxofón del CSMA (Conservatorio Superior de Música de Aragón), que dirige al Ensemble de Saxofones de ese centro y que actuaron el lunes en el de Monzón, que me encantó y que hubiese disfrutado muchísimo mas si no hubiera sido por el comportamiento de varios niños, que no pararon de hablar, cambiarse de asiento, correr por los pasillos y otras cosas incomprensibles en un concierto, con la total permisividad de sus padres que estaban sentados detrás de ellos. Esta mala conducta y nulo respeto por los músicos que están dando lo mejor de sí mismos, tanto si son profesionales como si aún son estudiantes, se ha generalizado en los conciertos del Conservatorio. En estos cinco años que llevo pasando allí la mayoría de las tardes del curso escolar, esto ha ido en aumento, pero en este último año ha llegado a ser insoportable. Uno de las cosas que mas me impresionó, agradablemente, cuando Sara empezó con 1º de Profesional, fue el silencio. Era como entrar en una Iglesia. Incluso en el cambio de clases, cuando mas alumnos había por los pasillos, estos hablaban en voz baja y los que tenían horas libres hacían los deberes del Instituto sin molestar a nadie, mientras otros (yo, entre ellos) podíamos ver un concierto o una ópera en una pantalla que había en un extremo de la sala de estudios (a un volumen que permitía que sirviera de música de fondo para los que estudiaban).
Este año, no sólo hubiese sido posible escuchar nada sino que no se puede ni leer. A partir de las cinco, que llegan los pequeños con sus padres, sólo se oye una algarabía continua; los padres hacen corrillos entre ellos y hablan tan alto como si estuvieran en la plaza del pueblo y los hermanos pequeños corren y gritan por los pasillos ante la tranquilidad de sus padres que, imagino, se sienten encantados de que jueguen en un sitio en el que no pasan frío en invierno o calor en verano y que no hay coches u otros peligros, mientras las conserjes se ven impotentes para mantener un mínimo de disciplina. Y esto mismo se ha trasladado a los conciertos y audiciones. No digo que no se pueda hablar; nadie que me conozca podría creerse que yo pueda estar varias horas callada, pero no tiene porque ser con el mismo volumen que si estuviera en la calle y, desde luego, lo menos que se espera de estudiantes de música, tengan la edad que tengan y de sus padres, que son los que les han matriculado, es que les guste y aprendan a respetarla, pero me temo que hacen esa actividad como el que se apunta a cualquier otra extra-escolar y sobre todo a los padres, les aburre, y sólo la aguantan cuando están tocando sus hijos y les graban en vídeo para, inmediatamente después de que estos acaben, marcharse metiendo ruido y molestando a los demás.

Perdonadme el desahogo, pero es que este tema, que siempre me ha preocupado, esta vez me ha superado. Este mismo músico del que os he puesto el vídeo, Mariano García, se volvía contínuamente hacia los niños que estaban alborotando tanto y me temí que, en algún momento, parase el concierto para llamarles la atención. (Por la cara que ponía estoy segura de que ganas no le faltaron).