El día de después

Espero que todos estéis, esta mañana, en perfectas condiciones y que lleguéis descansados al concierto del lunes.
Con la colocación de la Banda en la Plaza Palacio este año y el retraso en el inicio del concierto (la media hora  oficial, en vez de la 8, las 8,30 y el que nos obligaron a hacer los de las visitas guiadas al Museo Diocesano) conseguimos, al menos, que el sol no nos diera en los ojos a los clarinetes, como el año pasado.
De lo que parece que no nos libramos es del viento. Ya puede llevar días y días de "calma chicha", que es ponernos nosotros a tocar y tener que hacer uso masivo de las pinzas para sujetar las partituras.
El concierto estuvo bien y el público quedó muy contento. Como siempre, todos coincidían en lo apropiado del repertorio y lo variado que es, aunque yo tengo que reconocer que, al final de Gigantes y Cabezudos no sentía el labio y cuando terminamos el concierto tenía la cara como si fuera de cartón. Por decirlo de forma suave: es un concierto "durillo" de tocar.
Ayer fue la presentación oficial, como músico de la Banda, de Ricardo Vidal, que nos hizo reír a todos con su saludo, al estilo de los boxeadores cuando salen al ring.
Volver a casa, o al Centro de Congresos a dejar la percusión, en coche, fue toda una odisea, debido a los cortes de calles, por la carrera nocturna. Así que la cena empezó con cierto retraso.
Para ella, todos lucimos nuestras mejores galas y nos lo pasamos realmente bien. Muchas risas y brindis.
En cuanto me descargue las fotos que hice las colgaré.

Hasta aquí lo positivo. En cuanto a lo negativo, tengo que expresar mi extrañeza ante tanta acumulación de actos en un mismo horario. Comprendo que en una ciudad grande, con muchos habitantes, se diversifiquen los actos para que todos puedan ir a uno u otros, pero en Barbastro, donde la misma gente es la que va a todo, no se puede poner todo a la vez, y ya muchísimo menos, compartir el mismo espacio. Que tuviéramos que esperar para empezar el concierto a que terminara una escenificación de una lucha entre cruzados (o algo así) en el espacio contiguo a donde estábamos nosotros, me pareció una falta de respeto hacia el público que estaba esperando para escucharnos. (De nosotros ya, ni hablamos. Contando con que nuestro horario habitual, son las 20:00 horas y ya nos habían pedido que lo retrasáramos hasta las 20:30).

Al menos, con este horario, no nos vimos interrumpidos por el repique de campanas, pero tuvimos acompañamiento de unos espontáneos músicos: las cigüeñas percusionistas, que tableteaban con sus picos con verdadero afán.


Ayer di mis ánimos desde aquí a Elsa, que estaba opositando en Zaragoza, pero no sabía que Diego se estaba examinando también, así que le deseo que le haya salido muy bien.