Lo siento por los que no vinieron al concierto de la Joven Orquesta de Bandas Sinfónicas, porque se perdieron un excelente concierto y una viaje muy agradable.
Los dieciséis (otros tres se nos unieron en Zaragoza) que íbamos desde Barbastro, salimos a las nueve de la mañana y llegamos al Auditorio con tiempo suficiente de retirar las entradas de la taquilla y tomar un café (cacao, en el caso de los pequeños). En un primer lugar, cuando vi que estábamos en el Coro, (osea detrás de la orquesta) pensé que sólo escucharíamos percusión, pero tengo que reconocer que me equivoqué del todo. No sólo se oía muy bien, sino que con una perspectiva totalmente distinta. Mas parecida a la de los músicos, con el director de frente y pudiendo apreciar, cosa que me encantó, el grandísimo trabajo que realizaron los percusionistas. De verdad que era todo un espectáculo verlos moverse entre un montón de instrumentos, con los que se iban alternando. Por ejemplo, tenían un xilófono, un vibráfono y otro parecido que podría ser un metalófono, o algo así. Ya sabéis que la complejidad de la percusión me tiene perpleja. También había campanas tubulares, además de lo habitual: bombo de concierto, platos, timbales, bongos, triángulo, caja china, etc. etc.
El director, Antonio Lajara, es clarinete por el Conservatorio Superior de Alicante y Director de Orquesta por el Musikene (San Sebastián), también es Director del Ensemble de Saxofones de ese mismo conservatorio. Yo sólo le encontré una pega, que por cierto Sara no comparte en absoluto, y es que en las partes de swing de El Rey León y de El libro de la selva, bailaba demasiado al dirigir y me distraía de la música. (Claro, que eso indicaba que él también se lo estaba pasando bien). Para el "bis", que no figura en el programa, claro, se pusieron unos sombreros y nos tocaron la banda sonora de Chicago. ¡Broche de oro!.
Cuando salimos nos fuimos a comer a un restaurante que está justo detrás del Auditorio y en donde ya teníamos reservada mesa, gracias al tío de Miguel (bombardino). Muy buena comida y mejor tertulia. Como regresamos nada mas comer, los jóvenes todavía tuvieron tiempo para terminar los deberes que pudieran tener pendientes.

Creo que este tipo de salidas tiene que repetirse y, a ser posible, con mas participantes. La entrada, al sacarlas en grupo, nos salió a siete euros.
Nuestros asientos estaban en los que se ven detrás de la orquesta y los he señalado con cruces.
Todas las bandas sonoras escogidas me gustaron mucho, pero tengo predilección por dos: El último mohicano y El libro de la selva (en esta última sobre todo la canción del Rey Luy "Yo quiero ser como tu").

Cuando terminó el concierto, propuse a los pequeños que escribieran ellos esta crónica contando lo que les había parecido (a todos les gustó mucho), pero se excusaron de distintas maneras, así que no me ha quedado mas remedio que contarlo yo.

¡Como se cambia con la edad! Hace años, un amigo me dijo que en otra vida tenía que haber sido japonesa, porque siempre estaba haciendo fotos, en cambio,de ayer ni siquiera una con el móvil, para tener un recuerdo de grupo.